Álbum: The Colour of My Love Música: David Foster + Junior Miles
Artista: Celine Dion Año: 1995
Todos conocemos la famosa parábola del hijo pródigo. Empieza con el hijo diciendo a su papá: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. (…) No muchos días después, el hijo más joven lo recogió todo, se fue a un país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente” (san Lucas 15:12-13).
Normalmente seguimos la historia del hijo y pensamos poco en el papá que se queda en casa. ¿Qué sintió al ver a su hijo irse así? ¡Qué distintos los sueños que tenía para ese hijo! Esta canción nos ayuda a meternos en el papel del papá, que es el de Dios cada que un hijo suyo comete pecado, especialmente si es grave.
Cuando pecamos, Dios no nos abandona. Somos nosotros los que lo abandonamos… huimos de casa. Mientras nosotros corremos alejándonos, Dios nos espera con un cariño inmenso:
Take me back in the arms I love. Need me like you did before. Touch me once again, and remember when, there was no one that you wanted more.
Imagínate a Dios viendo fotos de cuando éramos chiquitos. De cuando te bautizaron, de tus primeras oraciones, tus primero pecados (seguro muy leves) y tu confesión, tu primera Comunión… ¿te acuerdas tú? ¿Cómo rezabas después de comulgar? Seguro le decías cosas súper piadosas, con un cariño enorme. Y ahora Dios nos lo recuerda mientras nosotros nos alejamos: Touch me once again, and remember when, there was no one that you wanted more.
El pecado siempre es un engaño y Dios nos lo advierte hasta el cansancio (aunque en su caso no se cansa, gracias a Dios). Don't go, you know you'll break my heart. Lo primero qué hay que tener en cuenta es que cada que cometemos un pecado lastimamos mucho a Dios. Herimos su corazón que ya sangra en la cruz. Si ya sabemos que lo ofendemos, ¿por qué lo hacemos? Pues ahí está el engaño… y Satanás disfruta vernos caer: She won't love you like I will. Nos promete placeres o gustos que no sirven de nada, ¡que no duran nada! De verdad, ¿hay algún pecado que hayamos cometido que haya valido la pena? ¿Algún pecado del que —sin cinismo— nos sintamos realmente orgullosos?
Seguimos escuchando a Dios en la distancia: I'm the one who'll stay, when she walks away. And you know I'll be standing here still… ¡Dios es lo máximo! Nos espera una y otra vez. Nos tiene una paciencia infinita y una misericordia de locos. Y no solo nos perdona, nos confirma sus ganas de amarnos. I'll be waiting for you, here inside my heart. I'm the one who wants to love you more.
¡Yo soy el que quiere amarte más! “Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos” (san Lucas 15:20). ¡Qué increíble escuchar eso después de cada confesión! Qué emoción ver la reacción del padre de la parábola: “Pronto, saquen el mejor traje y vístanle; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies” (san Lucas 15:22). You will see I can give you everything you need. Let me be the one to love you more.
Jesús nos cuenta esta parábola porque quiere que tomemos muy en serio su misericordia. Nos pone este ejemplo y luego nos dice, casi en ruegos: créeme, confía en mi. Hold me so you can't let go. Just believe in me. I will make you see, all the things that your heart needs to know. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (san Juan 14:6). Tú solo agárrate fuerte y cree… yo me encargo del resto.
You will see I can give you, everything you need: “Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá nunca sed” (san Juan 6:35). ¿No escuchas a Dios emocionado de decirte estas cosas? Let me be the one to love you more!
Believe me (believe me), I will make you see, all the things that your heart needs to know. I'll be waiting for you, here inside my heart. I'm the one who wants to love you more…
¿Qué espera Dios de nosotros? Que creamos en Él. En el amor inmenso que nos tiene. Y luego, ¡que nos dejemos querer! I'm the one who wants to love you more… Can't you see I can give you, everything you need. Let me be the one to love you more.
Ojalá no volvamos a caer en los engaños del demonio (a veces, los engaños son nuestros). Pero cuando caigamos, que no nos gane la vergüenza. Entre más grande la caída, como la del hijo pródigo que casi quería comer comida de cerdos, más grandes han de ser nuestras ganas de volver a casa: “Me levantaré e iré a mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo” (san Lucas 15:18-19). Nunca podemos perder la esperanza de encontrar a Dios esperándonos con los brazos abiertos: I'll be waiting for you… Let me be the one to love you more.
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