Álbum: Lunas Rotas
Música: Rosana
Año: 1996
Algunas ideas de esta canción sirven para pensar en lo único importante de la vida: estar con Dios.
No quiero estar sin ti. ¿Se lo dices con frecuencia? Díselo cuando te lo encuentres en el sagrario, en las imágenes de tu casa, rezando o trabajando… díselo mil veces cada día: no quiero estar sin ti.
Si tú no estás aquí, me sobra el aire (…), la gente se hace nadie (…), me falta el sueño (…), me quema el aire. Y podríamos seguir diciéndole, si tú no estás aquí: me siento solo, mi vida no tiene sentido, mi corazón está vacío, se me baja el ánimo, pierdo la esperanza, me encuentro triste. En resumen, si Tú no estás aquí… lloro.
Y resuenan en nuestros oídos esas palabras de Jesucristo: ahí se oirán llantos y el rechinar de dientes. Ese es el infierno. Y así podemos responder a lo que también se plantea en esta canción: Tratando de entender quién hizo: Un infierno el paraíso. ¿Quién inventó el infierno?
En parte lo inventó Dios al regalarnos nuestra libertad: creo el Cielo con la ilusión máxima de que queramos estar ahí… pero también nos da la opción de no entrar en su gozo, y eso es el infierno.
En parte lo inventó Satanás al inaugurarlo. Fue el primero en hacer uso de su libertad para negar la invitación divina. Fue el primero en aislarse haciendo un mal uso de su libertad. ¿Y que si así es feliz? Pues no, no está feliz. Está solo y arrepentido de haber negado a Dios, pero con un orgullo tan grande que ya es incapaz de arrepentirse… incluso si Dios se lo preguntara otra vez. Ahora se dedica a promoverlo, pero no por tener amigos en su casa sino por envidia de la felicidad ajena y por odio a Dios.
Finalmente, el infierno lo inventa cada quien para cada quien. El infierno no es una fiesta alterna donde festejan los rebeldes. Es el aislamiento de todos los demás, por haber optado por el egoísmo: cada quien quiere estar sólo consigo. Ese pobre hombre odia a todos… incluso a sí mismo.
El infierno se va creando con todo lo que no es Dios. Es decir, si todas las perfecciones son reflejo de las perfecciones divinas y el que rechaza a Dios lo hace de una manera radical y contundente, el infierno es el resultado de alejarse de todo lo que Dios “representa”: lo bueno, lo bello, lo verdadero, la generosidad, la justicia y la misericordia. El infierno pinta muy mal: está lleno de maldad, fealdad y mentira. Están ahí los egoístas y los injustos; también los que nada saben de misericordia. Y decir que el infierno está “lleno” de lo que sea es un decir… esos no son bienes en sí mismos sino ausencia de bienes. En el infierno reina el vacío. El hombre está terriblemente vacío. Por contraste, en el cielo el hombre está cada vez más lleno: de lo bueno, bello y verdadero… de Dios.
Podemos aprovechar que la canción no solo dice: no quiero estar sin ti, haciendo referencia a todo lo que hemos dicho, sino que también dice: no quiero estar así. No se trata de estar junto a Dios sino del modo en que estamos junto a Él. El cielo no solo es un lugar (en algún sentido misterioso que no acabamos de entender) sino un modo de vivir la vida… ¡en esta vida y en la que sigue también! No solo estamos cerca de Dios (como también podrían estar los esclavos) sino que estamos ahí como sus hijos. En el cielo –y ya desde aquí– jugamos de locales; somos anfitriones. Estamos en modo hijos de Dios.
Retomando lo anterior: ¿quién vuelve un infierno el paraíso? Cada quien. Desgraciadamente muchísimas personas invitadas al paraíso prefieren el calabozo. Muchos invitados a la gloria prefieren la miseria. Muchos invitados a la luz escogen tinieblas. Cada quien inaugura y es rey de su propio infierno.
El infierno no es cualquier cosa, pero tampoco es para quitarnos el sueño: contamos con la misericordia de Dios y con sus ganas locas de recibirnos en el paraíso. Ese debería de ser nuestro enfoque, corresponder a esas ganas del gran loco. Podemos terminar esto diciéndole: No te vayas nunca / Porque no puedo estar sin ti.
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