Álbum: Mesa para dos
Música: Kany García y Carlos Vives
Año: 2020
Cuando se apaguen todas las farolas / Cuando de miedo te quedes dormido / Cuando estés listo pa' soltar la soga / Cuando tu lágrima se cae al río / Cuando la vida esta sólo en caídas / Cuando ya crees morir en el combate / Cuando te pienses que es causa pérdida / Cuando el cansancio tus fuerzas rebasen... ¡Búscame!
Así nos lo recuerda Dios muchísimas veces: ¡búscame! Cuando nos falta luz para saber que hacer o no alcanzamos a ver el sentido de ciertos eventos en nuestra vida; cuando tengamos miedo o estemos cansados; cuando estemos a punto de rendirnos... busca en Dios tu apoyo. Él es nuestra fortaleza... ¿a quién temeremos? ¿No nos sabemos cuidados siempre por nuestro Padre que está en el cielo?
Cuando la vida está sólo en caídas... ¡a levantarse! Pero solos, no. Dios siempre nos tiende la mano, listo para levantarnos. Es verdad que las caídas a veces son desesperantes –en el sentido más literal de esa palabra–. Nos quitan la esperanza y las ganas de seguir en el combate. ¡Es un engaño! Nuestra esperanza nunca estuvo puesta en nuestras propias fuerzas. Nunca pensamos que si logramos evitar caídas era por lo buenos que somos. Dios es nuestra fortaleza y solo a Él le debemos nuestras victorias. Que las caídas no nos hagan caer en el engaño de abandonar al único que realmente nos presta de su fortaleza. Ojalá, en cuanto caigamos, escuchemos la voz de Dios: ¡búscame!
Cuando te pienses que es causa pérdida... Para Dios no hay causas perdidas. Punto. Hay que grabar esto muy en el fondo de nuestro corazón y de nuestra inteligencia. Dios no pierde batallas. Para Él no hay imposibles. Y a ti, te quiere con locura siempre. No puedes hacer nada tan grave que Dios no quiera perdonarte. Dios es el único que de verdad tiene un amor incondicional hacia nosotros. Te quiere en las buenas y en las malas (quizá en las malas hasta con más cariño, porque ve que sufres): Búscame para bailar en las malas... ¡te está esperando!
Y ve cómo es Dios: tú no has llamado y yo que ha llegué. Está siempre ahí a tu lado, esperando que quieras voltear a verlo, aunque se nos tueste la cara... y nos de mucha vergüenza mirarlo a los ojos. ¡Búscalo! Lo tienes siempre a tu lado.
Escucha que te dice, como al oído: Búscame quiero ser tu gasolina. Lo que te mantiene vivo y con ganas; ese “combustible” que llevas dentro y que te ayuda a dar lo mejor de ti. Luego, más quedito, te dice: Búscame para alegrarte la vida...
Ojalá no se nos olvide que Dios se muere de ganas de vivir nuestra vida con nosotros. En nuestra vida normal: Búscame en la calle donde la gente habita. Le importan tus cosas y quiere ser parte de tus ilusiones. Ay búscame, búscame, búscame bien.
Búscame cuando la cosa pinte feíta... A san Juan Diego le pasó algo así. Había hablado con la Virgen –¡la había visto físicamente!– a penas unos días antes de que se enfermara su tío. En ese momento todo se nubla: su tío está por morir. Su reacción, voy por un médico... y le voy a dar la vuelta al campo para no “entretenerme” ¡con la Virgen! No tiene ningún sentido... y sin embargo, nos pasa muchas veces. La Virgen tiene que intervenir, para recordarnos con muchísimo cariño, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre? ¡Búscame!
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